La inflamación se puede abordar, pero se requiere un enfoque multifacético que abarque tanto modificaciones en el estilo de vida como un tratamiento específico.
La inflamación es un componente esencial de la respuesta inmune del cuerpo a una lesión o infección, y previene la propagación del daño, elimina los restos celulares y sienta las bases para la reparación.
Sin embargo, es un arma de doble filo, ya que si bien la inflamación aguda cumple una importante función protectora, la inflamación crónica plantea importantes riesgos para la salud. A medida que envejecemos, los procesos inflamatorios aumentan, dando lugar al estado conocido como inflamatorio. Este estado inflamatorio sostenido y de bajo grado es más que una elevación de los marcadores inflamatorios: representa una interacción multifacética de predisposiciones genéticas, factores del estilo de vida y alteraciones fisiológicas, que en conjunto inclinan la balanza hacia la inflamación crónica con el tiempo.
Las implicaciones de la inflamación se extienden a un espectro de patologías relacionadas con la edad, que abarcan enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo 2, cáncer, demencia y más. Sin embargo, la delimitación precisa de la inflamación sigue siendo una tarea compleja que requiere una comprensión matizada de sus fundamentos moleculares y ramificaciones sistémicas.
“La inflamación, la inflamación crónica de bajo grado asociada con el envejecimiento, se reconoce cada vez más como un factor clave de las enfermedades y el deterioro relacionados con la edad”, explica Vinjamoori. “Dado su impacto directo en la salud y la longevidad, los investigadores están buscando duplicar las formas de combatir la inflamación y abordarla de manera proactiva, mitigando su impacto en la salud”. Vinjamoori añade que los suplementos antiinflamatorios son una forma de aprovechar los conocimientos más recientes sobre los mecanismos clave que provocan la inflamación.
Vinjamoori dice que la inflamación es algo a lo que debemos estar atentos a medida que envejecemos.
“Se manifiesta como una inflamación crónica en todo el cuerpo, a menudo sin síntomas obvios, lo que la convierte en un contribuyente silencioso al deterioro y las enfermedades relacionadas con la edad. Con el tiempo, la inflamación no controlada puede tener un profundo impacto en nuestra salud y puede aumentar el riesgo de enfermedades crónicas como enfermedades cardiovasculares, síndrome metabólico e incluso cáncer”.
Vinjamoori agrega que la inflamación acelera el proceso de envejecimiento al promover el daño celular y también debilitar la función de los tejidos.
“Al abordar la inflamación de manera proactiva a través de intervenciones en el estilo de vida y tratamientos específicos, las personas pueden mitigar sus efectos negativos y mejorar su salud, promoviendo un proceso de envejecimiento más saludable”.
Vinjamoori dice que abordar la inflamación requiere un enfoque multifacético que abarque tanto modificaciones en el estilo de vida como un tratamiento específico. Las estrategias sugeridas incluyen ejercicio regular y adoptar una dieta antiinflamatoria rica en frutas, verduras, cereales integrales y grasas saludables, minimizando al mismo tiempo los alimentos procesados y los refrigerios azucarados.
“Mi dieta favorita como referencia para este propósito es la dieta mediterránea, que se centra en grasas saludables, cereales integrales, frutas, verduras, frijoles y semillas. Los suplementos nutricionales que incluyen potentes agentes antiinflamatorios como la cúrcuma, la NAC [N-acetilcisteína] y la quercetina también pueden influir.
“Busque ingredientes de suplementos que muestren un impacto demostrado en los mecanismos celulares clave que impulsan la inflamación en la literatura básica y traslacional. La NAC y la quercetina, por ejemplo, son potentes antioxidantes y se sabe que el estrés oxidativo es una de las causas fundamentales de la inflamación crónica”.