En un mundo globalizado, países geográficamente distantes y culturalmente distintos encuentran cada vez más temas de interés común. 13 814 kilómetros separan a Seúl, capital de Corea, de San José en Costa Rica. Ambos países, con instituciones robustas y bien orientadas al crecimiento y al desarrollo aprovechando sus ventajas económicas y sus vocaciones productivas, ya han explorado varias opciones de complementariedad, especialmente en los rubros de la integración comercial. Sin embargo, hay otro ámbito en el que existen fuertes convergencias. Ambos países se enfrentan al reto del envejecimiento poblacional y a ritmos muy considerables.
Con una expectativa de vida que roza los 83 años, en menos de una década los adultos mayores coreanos se han más que duplicado representando actualmente el 14% de su población. En Costa Rica, la esperanza de vida está en torno a los 80 años. En menos de dos décadas duplicará su proporción de población mayor de 65, llegando al 14% en 2032. Cuando la población envejece, ninguna política puede quedar indiferente. Corea ha tomado cartas en el asunto y ha reorientado varios de sus instrumentos en torno a la necesidad de garantizar cuidados a su población. Y no podía ser de otro modo: de sus 52 millones y medio de habitantes, 7 de ellos tiene 65 o más años. Al menos un 15% de ellos tiene necesidades de cuidado de larga duración.
El caso de Corea
Desde 2008, el gobierno coreano viene implementando un seguro para cuidados de larga duración para las personas mayores dependientes. Este seguro, que se financia con la contribución de los asegurados y con aportes fiscales, representa poco más del 7% de las contribuciones al seguro nacional de salud y se usa para financiar servicios para personas de 65 años o más, o personas menores con trastornos degenerativos o incapacitantes como las demencias. Una cualidad importante del modelo coreano es que su sistema de seguridad social incluye varios seguros contra riesgos – incluida la dependencia–, asistencia social directa para los hogares de menores ingresos, servicios sociales y atención en salud. Además, la cobertura del sistema es universal, con un esquema de financiamiento solidario en que los usuarios aportan al sistema según capacidad de pago, pero con iguales oportunidades de acceso, uso y calidad de servicios.
En ese contexto destaca especialmente el programa de aseguramiento de cuidados de larga duración, que provee servicios como apoyo a la realización de tareas domésticas de autocuidado y cuidado del hogar y estimulación física para personas con dependencia severa y movilidad reducida. El programa basado en el hogar incluye visitas domiciliarias de chequeo y orientación, ayuda para baño e higiene personal, asistencia directa con servicios de enfermería, cuidados diurnos, nocturnos y algunos equipamientos para el automanejo en casa.
En base a un sistema altamente estructurado de evaluación de las capacidades para determinar el tipo de apoyo requerido por los solicitantes, estas intervenciones especializadas en atención a la dependencia se suman a la línea de servicios regulares del sistema coreano de salud, que mantiene su orientación hacia la prevención y el tratamiento de las enfermedades. A pesar de ser un sistema joven, este seguro de cuidados de larga duración se ha convertido en una red de seguridad social para la población mayor, preparada para contener necesidades y responder a una demanda que va al alza. Esto se ha logrado no solo mediante la diversificación de la oferta de apoyos para distintos tipos de dependencia y niveles variables de vulnerabilidad de la población, sino también probando mecanismos de financiamiento que, junto con avanzar en cobertura y calidad, responden al desafío de ser un sistema financieramente sostenible.
¿Y en Costa Rica?
Guardando las proporciones, ésta es quizás una buena síntesis del camino que aún resta por recorrer en Costa Rica para la transformación de su sistema de seguridad social, integrando mejor los pilares de protección y sanidad. El contexto es muy auspicioso para avanzar en esa dirección, pues el país cuenta con una base institucional sólida para hacer frente a los retos de una sociedad envejecida.
Los costarricenses tienen acceso casi universal a una gama completa de servicios de atención médica y gozan de una buena protección contra gastos catastróficos en salud. El seguro y los servicios de atención médica se brindan a través de un único proveedor, la Caja Costarricense del Seguro Social. Desde aquí, se han hecho importantes esfuerzos por avanzar en la provisión de servicios de salud integrados, con una gama de prestaciones que van desde la atención domiciliaria —que es muy activa en fomentar la corresponsabilidad de los pacientes y sus familiares en el cuidado de la salud—pasando por alta hospitalaria programada y recursos de telemedicina, además de una ficha clínica electrónica o expediente digital único de salud (EDUS), uno de los más avanzados en América Latina y el Caribe.
Lecciones para la región
Sin embargo, estas fortalezas deben ser analizadas a la luz de importantes retos: la longevidad del país es ahora más alta que en muchos países desarrollados; las necesidades de atención médica se relacionan cada vez más con enfermedades no transmisibles; y, urge integrar servicios bajo una lógica sociosanitaria que opere como una verdadera red de protección social. Con este propósito, el Ministerio de Desarrollo Humano e Inclusión Social se encuentra liderando, en coordinación con la Caja y otras entidades públicas, los esfuerzos por mejorar los esquemas de provisión de servicios para alinear distintos instrumentos de política. Por todo ello, lo que pasa en Corea seguirá importando a Costa Rica. Y lo que aquí pase compete a toda América Latina y el Caribe, considerando que se trata de una de las regiones que más rápido está envejeciendo a nivel planetario.
¿Qué lecciones de Corea puede aplicar tu país? ¿Cómo se está preparando para el envejecimiento poblacional? Y en México que creen que esta pasando….