¿Puede la tecnología digital cerrar la brecha de equidad en salud?

Recientemente se celebró una de los encuentros sobre SALUD más importante de Europa. El cual organizó un panel de discusión sobre cómo podemos usar la tecnología para promover la salud global y brindar atención médica equitativa.

El panel contó con João Bocas, CEO de Digital Salutem, Abigail Norville, Secretaria General Adjunta del Ministerio de Salud, Bienestar y Deporte NL, Clayton Hamilton, Oficial Técnico Regional de la Organización Mundial de la Salud Europa, Dra. Ann Aerts, Directora de la Fundación Novartis y el Dr. ChristophBenn, Director de Diplomacia de Salud Global en el Instituto JoepLange.

Entonces, ¿dónde nos encontramos en términos de equidad en salud y qué queremos decir con eso?

Siempre discutimos la salud como un derecho humano y abogamos por la salud para todos y la cobertura universal de salud como componentes integrales de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Pero también podemos estar de acuerdo en que lo que queremos decir es que queremos reducir las enormes disparidades en la atención médica: independientemente de dónde viva uno, debe vivir una vida saludable y productiva, y tener acceso a servicios de salud de calidad.

La transformación digital puede desempeñar un papel importante para abordar estos desafíos que enfrenta la economía global y ayudarnos a volver a la normalidad.

Necesitamos discutir cómo la transformación digital puede contribuir a la recuperación económica, la atención médica y, por lo tanto, garantizar una vida más saludable para las personas.

La OMS ha estado abordando activamente la equidad en salud y ha monitoreado los impulsores de la mejora de la atención médica durante muchos años. A lo largo de sus 75 años de historia, la OMS también ha reconocido la importancia de comprender las desigualdades en salud y trabajar para reducirlas.

Un factor significativo que contribuye a estas mejoras es la implementación de políticas sociales y económicas por parte de los gobiernos. Estas políticas han desempeñado un papel fundamental en la mejora de las condiciones de vida, la garantía de la seguridad de los ingresos, la mejora del acceso a la atención médica y la promoción de la salud mental y el bienestar.

Sin embargo, no debemos olvidar el importante papel de la información sanitaria. La información sobre el cuidado de la salud es realmente un gran facilitador de la equidad en la salud. La mejora de los sistemas de información sanitaria de los países está contribuyendo directamente al aumento de la esperanza de vida.

La digitalización de la información de salud es una gran mejora que nos permite gestionar las (des)equidades en salud, comprender su origen y sus impulsores, y comprender cómo formular políticas para promoverlas y mitigarlas.

Se estima que el acceso a la atención médica representa el 20% de la salud de una población. El otro 80% está determinado por las condiciones preexistentes en cuanto a dónde naces, dónde creces, envejeces, etc.

Debemos desafiar esa realidad, y podemos usar el poder de los datos y la IA para hacer esto y comprender realmente los verdaderos impulsores de la inequidad en la salud. Debemos combinar los datos del sector de la salud con los datos de los sectores que influyen en la salud, como la vivienda, la educación, los ingresos, etc. Todos estos factores pueden influir en nuestra salud. Necesitamos reunir estos datos y dejar que las máquinas nos informen cuál es la mejor o la peor combinación para nuestros resultados de salud.

Por lo tanto, la salud digital y la IA tienen muchas posibilidades para transformar la forma en que brindamos salud y atención.

Si bien la telesalud ha mostrado un potencial significativo durante la pandemia de COVID-19, es crucial abordar las disparidades que pueden surgir de su implementación. Una de las consideraciones clave es cerrar la brecha digital. El acceso a una conectividad confiable a Internet, dispositivos digitales y alfabetización tecnológica pueden ser barreras para ciertas poblaciones.

En una revisión de alcance reciente realizada por la OMS para los 53 países de la región, en colaboración con el profesor Davies de Salud Pública de Gales, se descubrió que si bien mantenemos la esperanza en el poder transformador de la tecnología, la realidad es que las personas más vulnerables en la sociedad tiene el menor acceso y oportunidades para usar tecnologías digitales que podrían ser beneficiosas.

Estamos en una situación en la que tener las habilidades, el acceso, los medios y los recursos financieros para utilizar la tecnología determina si uno pertenece a un grupo privilegiado o desfavorecido. Esta no es una situación que debamos aceptar. No debemos considerar únicamente la tecnología como la fuerza motriz. Debemos examinar todo el espectro social que contribuye a la (des)equidad en salud y reconocer el papel que las herramientas digitales pueden desempeñar para mitigarla.

Hay tres aspectos a considerar.

En primer lugar, requiere crear el entorno adecuado para la implementación de la tecnología, lo que incluye abordar los factores regulatorios y legislativos.

En segundo lugar, no se trata solo de tener los últimos dispositivos y herramientas, sino de ampliar las herramientas existentes que ya tenemos. Si bien ya existen tecnologías fantásticas disponibles, deben implementarse donde más se necesitan.

Por último, la investigación es fundamental. Necesitamos investigación aplicada que se centre en mejorar las herramientas existentes, considerando las necesidades específicas de las comunidades y los países.

La confianza es un componente vital en la adopción exitosa de la transformación digital y los sistemas de salud. Sin confianza, es poco probable que las personas participen voluntariamente en estas iniciativas. Es crucial que las personas vean los beneficios tangibles y tengan un sentido de propiedad del proceso. Necesitamos crear un entorno en el que las personas se sientan seguras y capacitadas para participar en la transformación digital de la atención médica.

También podemos hacerlo mejor comprometiéndonos con la comunidad e involucrándolos en el proceso de toma de decisiones. Escuchar lo que quieren los miembros de la comunidad y cómo les gustaría contribuir es crucial para lograr la equidad en salud y brindar la atención médica que las personas necesitan. Al escuchar activamente sus voces e incorporar sus perspectivas, puede asegurarse de que las políticas y las soluciones se adapten a sus necesidades específicas.

Es una responsabilidad urgente de todos los gobiernos abordar la brecha de conectividad y garantizar que el mundo esté conectado. La pandemia de COVID-19 ha resaltado la importancia de la conectividad digital y se han realizado esfuerzos para acelerar la conectividad en todo el mundo. Las alianzas público-privadas son esenciales para lograr este objetivo. Al colaborar con actores del sector privado, los gobiernos pueden aprovechar sus recursos y capacidades de innovación para impulsar la transformación a un ritmo más rápido, particularmente en áreas donde los gobiernos pueden carecer de los recursos necesarios.

¿Arreglar toda la salud global? Esto no es algo que cualquier organización o grupo individual pueda lograr por sí solo.

La equidad debe ser un principio fundamental que guíe todos los aspectos de nuestro trabajo, incluida la transformación digital en el cuidado de la salud. Es crucial priorizar la equidad en cada región y en toda la cartera de iniciativas.

Al adoptar un enfoque centrado en la equidad desde el principio, podemos garantizar que las soluciones digitales estén diseñadas para abordar las disparidades y brindar igualdad de oportunidades para todos.

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