Los ancianos con anemia y debilidad muscular están sujetos a un mayor riesgo de muerte

Un estudio de científicos de la Universidad Federal de São Carlos (UFSCar), en Brasil, y de la University College London (UCL), en el Reino Unido, indica que la combinación de anemia y debilidad muscular en ancianos aumenta el riesgo de muerte durante los diez años siguientes un 64 % en el caso de los varones y un 117 % entre las mujeres.

Entre los varones, la anemia en forma aislada eleva de por sí un 58 % el riesgo de muerte. En tanto, para las mujeres, la debilidad muscular constituye por sí sola un factor de riesgo más importante, pues incrementa un 68 % el riesgo de muerte. Y de acuerdo con el estudio publicado en el periódico Archives of Gerontology and Geriatrics, ambas condiciones juntas representan un riesgo aún mayor, sobre todo para las mujeres ancianas.

“En el caso de las mujeres, ambas condiciones combinadas duplican el riesgo de mortalidad. Es un aumento muy grande y, por ende, estos factores deben monitorearse clínicamente. Cuando la paciente va al consultorio, le compete al médico detectar rápidamente cuál es la causa de la anemia y tratarla, además de descubrir el motivo de la debilidad y recomendar los ejercicios resistidos”, afirma Mariane Marques Luiz, doctoranda del Programa de Posgrado en Fisioterapia de la UFSCar y autora del estudio.

El grupo analizó un banco de datos de 5.310 ancianos británicos bajo seguimiento en el transcurso de diez años, en el marco del proyecto English Longitudinal Study of Aging (ELSA).

Marques Luiz remarca que se tuvieron en cuenta datos de mortalidad general y que el riesgo fue mayor para los portadores de ambas condiciones independiendo de factores tales como la edad, el consumo de cigarrillos, el estado civil, el nivel de actividad física, el desempeño de la memoria, las dificultades en la realización de actividades instrumentales y la existencia de enfermedades cardíacas, pulmonares o de cánceres.

“Analizamos todas las causas de muerte y los resultados demostraron que la combinación de esas dos condiciones aumenta el riesgo general de mortalidad. Esto significa que, independientemente de esos problemas, cuando la edad es avanzada, la anemia y dinapenia [debilidad muscular] constituyen un factor de riesgo importante”, dice Marques Luiz.

Entre los 5.310 individuos analizados en el estudio, el 84 % no padecía ni anemia ni debilidad muscular. Solamente el 10,7 % tenía dinapenia, el 3,8 % anemia y el 1,5 % convivía con ambas condiciones.

En el transcurso de los diez años de seguimiento de los participantes, se registraron 984 fallecimientos entre esos individuos, de los cuales el 63,7 % no padecía ninguna las dos condiciones, el 22,8 % tenía dinapenia, el 7,5 % anemia y el 6 % dinapenia y anemia en coexistencia.

La falta de oxigenación muscular

Estudios anteriores ya habían demostrado que la anemia constituye un factor de riesgo en lo concerniente a la disminución de la fuerza muscular. Sucede que, para una persona anémica, es más difícil que el oxígeno –captado en las células sanguíneas (hematíes) por el hierro– llegue hasta el tejido muscular. Como consecuencia de este proceso deficitario, la oxigenación muscular se ve perjudicada y provoca entre otros factores debilidad muscular.

El problema de la mala oxigenación es lo que los científicos denominan hipoxia, que no ocurre únicamente en los músculos sino también en todos los órganos y en los sistemas corporales. “Por sí sola, la hipoxia puede generar una serie de alteraciones en el organismo, tales como la vasodilatación arterial periférica y la disminución de la formación de capilares. También puede desencadenar disfunción miocárdica y activar de forma inadecuada un sistema proteico [renina-angiotensina-aldosterona] que controla entre otras cosas la presión arterial”, explica Tiago da Silva Alexandre, docente del Departamento de Gerontología de la UFSCar y director de la investigación.

El investigador hace hincapié en que todas esas consecuencias de la hipoxia pueden reflejarse en el aumento del riesgo tanto de enfermedades cardiovasculares como de mortalidad en general. “Cuando un anciano tiene anemia, está sujeto a una mayor probabilidad de tener dinapenia. Y cuando padece ambas condiciones juntas, estamos ante un problema aún más complejo. Sucede que, además de la carencia de hemoglobina y de hierro [inherente a la anemia], existe también un impacto de la baja producción de glóbulos rojos y de hierro en el sistema musculoesquelético”, comenta.

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