Richard Louv y el Trastorno por Déficit de Naturaleza: “No es una enfermedad de los niños o un individuo, es de la sociedad”

La naturaleza proporciona diversos beneficios para la salud física y mental a lo largo toda la vida, pero especialmente durante la infancia. Sin embargo, hoy los niños y niñas pasan cada vez menos tiempo en contacto con ella.

Richard Louv, periodista y autor de Los últimos niños en el bosque, sostiene que al estar en contacto con la naturaleza “no se tiene déficit de vitamina D, disminuye la presión diastólica, el estrés, el cortisol, además se previene la diabetes y la obesidad (…) Es literal un asunto de vida o muerte”.

Louv es un gran crítico de las tecnologías que hoy acompañan a los niños y niñas. “Hemos creado espacios donde los niños pasan más tiempo mirando pantallas, y cuando eso sucede, lo que estás haciendo es apagar sus sentidos para enfocarse en solo dos, que son los que necesitas para, supuestamente, navegar en Internet”.

El periodista acuñó el concepto de “Trastorno por Déficit de Naturaleza” para referirse a los diferentes efectos que produce la falta de contacto con lo natural. Para el autor, este trastorno “no es una enfermedad de los niños o de un individuo, es una enfermedad de la sociedad, de la ciudad”.

Hoy los pediatras están empezando a recetar estar en contacto con la naturaleza”, agregó.Finalmente, el autor recalcó que “la ciencia es importante, pero no lo es todo. Necesitamos enseñarle a los niños a sentarse en calma al lado de un riachuelo, al lado de unas ranas(…) Muchas de las cosas son así de simple: bajar la intensidad, mirar, observar, escuchar”.

Cuando llevamos a nuestros hijos al aire libre, recibimos todos los beneficios al igual que los niños. Nuestros niveles de estrés disminuyen, nuestra sensación de bienestar aumenta”, cerró.

Por otra parte, el doctor Ferran Campillo, profesional al frente de la unidad especializada en pediatría ambiental de Girona, explica que la desconexión de la naturaleza puede ser un factor determinante para sufrir dolencias cardiovasculares, miopía, estrés, ansiedad e incluso depresión. La falta de actividad en determinadas etapas del desarrollo puede, además, contribuir a un déficit de capacidad pulmonar.

Para crecer sanos, los niños menores de cinco años deben pasar menos de una hora mirando pantallas, según establece la OMS, y tampoco está excesivamente recomendado para los mayores de esa edad. Pero al pasar tanto tiempo en interiores, también tienden a usar de más los dispositivos. Según el informe anual de Qustodio (2021), los menores pasan de media cuatro horas diarias conectados a una pantalla fuera de las aulas, un total de 1.460 horas al año, es decir, la mitad del tiempo que se debería dedicar a dormir.

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