Por: Michele G. Sullivan, AARP
En tan solo las próximas tres décadas, más de 152 millones de personas en todo el mundo podrían padecer demencia, y se prevé que los aumentos más marcados se den en las regiones más pobres del mundo, según los nuevos datos presentados en la Conferencia internacional de la Alzheimer’s Association. En la actualidad, unos 50 millones de personas en el mundo tienen demencia.
“Las cifras son alarmantes”, expresó en un comunicado Heather Snyder, vicepresidenta de Relaciones Médicas y Científicas de la Alzheimer’s Association. “Para contextualizar esa cifra, equivale aproximadamente a la mitad de la población de Estados Unidos en el 2020”.
Este pronóstico se basa en varios factores. A continuación se explica por qué los casos de demencia podrían dispararse en los próximos 30 años.
1. Envejecimiento de la población
A raíz del estudio “Global Burden of Disease” del 2019, Emma Nichols, investigadora del Institute for Health Metrics and Evaluation —un centro independiente de investigación en la Facultad de Medicina de University of Washington—, pronosticó la evolución de los índices de demencia a nivel mundial entre el 2019 y el 2050.
- Norteamérica, Europa occidental y Australia verán los cambios de menor magnitud, con aumentos de entre el 20 y el 80%.
- En Oriente Medio y África, el número de casos se disparará entre un 200 y un 2,000% con respecto a las cifras del 2019.
El aumento previsto tiene que ver mayormente con el constante crecimiento de la población de adultos mayores. Para el 2050, el 16% de la población mundial será mayor de 65 años, lo que representa un aumento respecto al 8% registrado en el 2010, según el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento. A raíz de estos cambios, los casos de demencia van en aumento en todas partes; el principal factor de riesgo conocido frente a esta enfermedad es la edad avanzada.
Además, Nichols calcula que 1.55 millones de personas en el mundo murieron de demencia en el 2019. Entre los fallecidos, el número de mujeres fue casi el doble del de los hombres (1.02 millones, frente a 540,000).
“Las cifras subrayan la vital necesidad de realizar investigaciones orientadas al descubrimiento de tratamientos que modifiquen la enfermedad y de intervenciones eficaces de bajo costo para prevenir la demencia o postergar su aparición”, comenta Nichols.
2. La obesidad y las enfermedades crónicas contribuyen al aumento de casos
Cabe señalar un aspecto positivo de los más recientes hallazgos: se prevé que las mejoras educativas reduzcan en unos 6.2 millones de casos el aumento previsto de la demencia. Lamentablemente, los aumentos en el tabaquismo, la obesidad y los altos niveles de azúcar en la sangre restarán impulso a este avance, y contribuirán a 6.8 millones de casos en todo el mundo.
“Eso habla mucho de los factores de riesgo y también de la prevención”, comentó Nichols a AARP. Según ella, se ha demostrado que los cambios positivos en el estilo de vida reducen el riesgo de demencia.
Estos mismos factores de riesgo relacionados con el estilo de vida y las enfermedades crónicas contribuyen a las tasas de mortalidad por Alzheimer’s en Estados Unidos. Esta situación se observa particularmente en las zonas rurales de la región centro sur del este del país, donde la tasa de mortalidad por enfermedad de Alzheimer es tres veces más alta que en las zonas urbanas del Atlántico medio, según afirma el Dr. Ambar Kulshreshtha, profesor adjunto de Medicina Familiar y Preventiva en Emory University, quien también presentó su trabajo de investigación en la conferencia sobre el mal de Alzheimer.
“Eso no es sorprendente”, dijo Kulshreshtha a AARP. “Las zonas rurales del sur del país siempre han tenido una mayor mortalidad con respecto a muchas enfermedades, entre ellas el derrame cerebral y la insuficiencia cardíaca. También existen problemas relacionados con una mala alimentación y falta de acceso a la atención médica. Probablemente son todos estos factores que inciden en la mortalidad”.
Kulshreshtha y su equipo utilizaron datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud para analizar las tasas de mortalidad por enfermedad de Alzheimer entre 1999 y el 2019. Durante ese período, dichas tasas aumentaron en un 88%, de 16 a 30 por cada 100,000 personas.
Además, los investigadores observaron fuertes contrastes en estas cifras. Las tasas de mortalidad fueron más altas en la región centro sur del este del país, en estados como Alabama, Kentucky, Misisipi y Tennessee. En esta región, 274 de cada 100,000 personas mayores de 65 años murieron a causa de la enfermedad de Alzheimer. En cambio, en la región del Atlántico medio, esta tasa fue de 86 por cada 100,000 personas.
La investigación no ahondó en las razones de estas disparidades. Probablemente se deben a diversos factores, según Kulshreshtha, entre ellos una falta de acceso a atención médica primaria y especializada y una mayor prevalencia de enfermedades crónicas como hipertensión arterial, diabetes y cardiopatía. En las zonas rurales del sur se presentan altos índices de estas enfermedades, que a su vez aumentan el riesgo de padecer mal de Alzheimer.
Lo bueno es que las personas pueden reducir su riesgo frente a estas enfermedades, y así reducir su riesgo de padecer Alzheimer’s, según afirma Kulshreshtha. “El mensaje principal que deseo transmitir es que debemos prestar atención a la prevención. Una alimentación saludable y un estilo de vida activo reducen el riesgo frente a muchas enfermedades, entre ellas la de Alzheimer”.
3. Los casos entre personas más jóvenes contribuyen al aumento en las cifras
Si bien la edad avanzada es el principal factor de riesgo frente a la demencia, las personas más jóvenes también pueden padecer estas enfermedades, señala Stevie Hendriks, alumna de posgrado de Maastricht University en los Países Bajos, quien también presentó los resultados de su trabajo en la conferencia sobre el Alzheimer. Hendriks y sus colegas analizaron 50 estudios (42 de ellos se incluyeron en el metaanálisis) y determinaron que aproximadamente 10 de cada 100,000 personas menores de 65 años padecerán alguna forma de demencia cada año. Eso equivale a unos 350,000 casos aparecidos cada año en la población más joven.
Las demencias aparecidas en personas más jóvenes son especialmente difíciles de diagnosticar, apunta Hendriks, “porque los médicos no necesariamente piensan en la demencia cuando ven síntomas en una persona relativamente joven”. Además, los síntomas pueden ser muy distintos en las personas jóvenes que en las mayores.
“Puede ser muy difícil no contar con un diagnóstico, porque muchos pacientes experimentan cambios en su personalidad. Pueden mostrarse agresivos o sumamente enojados, por lo cual pierden su empleo y se rompen las relaciones con su pareja y sus hijos”, dice Hendriks, quien espera que sus investigaciones sirvan para concientizar al respecto y mejorar el proceso diagnóstico en los adultos más jóvenes que padecen demencia.